No sólo de pan vivimos, el alimento más importante, y el menos evidente, es el crecimiento espiritual, pues a veces se percibe como la mayor trampa. Como aprendimos a vivir inmersos en el miedo, negamos la posibilidad de ver nuestra propia naturaleza divina y perfectible, herencia de la Creación Divina, de donde venimos.
Se toma como una ofensa mayor, considerar siquiera la posibilidad de acercarnos al desarrollo de nuestras cualidades Divinas, ya que nos enseñan a vernos aislados, a no creer que somos parte del proyecto Divino de crecimiento y retorno al Todo. Esta es la paradoja más inaceptable, negar nuestra naturaleza Divina es como negar el adn que nos compone y negar también el propósito del Creador.
Despertar es conocer tu más hermosa esencia, y es el camino para elevarte al sitio al que perteneces. Da el primer paso y reconectate con la Creación de la que eres parte.
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